Körper auf der Durchreise
Anmerkungen zur Entstehung
Ida y vuelta
Texto y fotografía por Virginia Mesías
Viajo a mi casa una vez al mes. Por la misma ruta, kilómetros de ida y kilómetros de vuelta: ya reconozco árboles y puentes, algunos caseríos bien situados en la distancia, las curvas pronunciadas, las ventanillas por las que cae el sol y aquellas por las que se ve la luna cuando nace (atentos aquellos que afirman que el mejor atardecer es en el mar o que la luna sale inmensa a veces en la ciudad); diría incluso que son las mismas vacas quietas que miro pasar y las mismas siluetas a caballo que saludan entusiastas, pero soy exagerada así que no lo menciono. Y de esta manera, atravesando, de punta a punta casi, la geografía semiondulada de mi territorio, luego de unos días, regreso a la otra casa que habito el resto del tiempo. No sabría decirles cuál es mi hogar; tampoco sé el peso de esa palabra, pero soy dramática así que no voy a entrar en reflexiones lingüístico-emocionales.
De todas formas, me pregunto: ¿será mi casa la que dejé hace treinta años atrás —donde aún me guardan un lugar— o la de este tiempo presente donde vivo y escribo?
Los místicos han considerado tradicionalmente el elemento femenino del universo como arca, casa o muro; también como jardín cerrado. […] Sin embargo, en la casa, por su carácter de vivienda, se produce espontáneamente una fuerte identificación entre casa y cuerpo y pensamientos humanos…¹
Diría, entonces, que la casa soy yo, aunque caería en un cliché y siempre los evito. Pero: ¿qué sensaciones vuelven un espacio (no siempre deliberado) un punto de apoyo y cuidado, de recogimiento y placer, es decir, un hogar? Porque el cuerpo, en algún momento, encuentra un lugar para quedarse y allí se genera esa identificación que vuelve una vivienda lo que llamamos hogar: «sitio donde se hace la lumbre en las cocinas, chimeneas, hornos de fundición, etcétera; casa o domicilio; familia, grupo de personas emparentadas que viven juntas; asilo», dice la Academia.² Particularmente me interesó la acepción tan poética e inquietante que aparece de hogar abierto: «hogar donde la combustión se produce en comunicación directa con el aire», así es que respiramos el ambiente de nuestra vida cotidiana y allí nos encendemos, o estallamos, quién sabe. Y así, pensando en el peligro que se esconde dentro de nuestro mundo privado, me desvío hacia el laberinto, casa-palacio del monstruo con cuernos, que impide la salida de su habitante y a la vez pierde a los intrépidos que entran a buscarlo.
Podría atravesar el aire en vuelo/ como una espora vegetal,/ como un ave —de sangre o de aceite—/ como una bala de cañón,/ saltar de un punto a otro del planeta/ y avistar desde lo alto/ el fondo de los acantilados/ y los arroyos/ sin mojarme los pies./ Pero no quiero;/ Yo nací para cruzar puentes./ Nací para dar un paso tras otro/ sobre un entarimado/ que se construye/ al tiempo que ando en una prolongación del suelo./ […] Y cada mañana me levanto,/ como un puente,/ para que me atraviese el día.³
Hay ceremonias que atraviesan los años y conforman los hábitos que nos integran como adultos. La casa donde nací la construyó un abuelo que emigró de Europa y no alcancé a conocer, la construyó él mismo antes de que nacieran mi madre, mi tía y el hermano menor, hay fotos de ese tiempo —las guardo desde que murió mi madre—. Es la misma casa donde crecí hasta que me mudé a esta ciudad desde la que viajo mes a mes, de ida y de vuelta. A veces me pregunto si, cuando quede huérfana completamente, será el tiempo de construir, como aquel abuelo, un lugar propio para habitar. Me pregunto qué peso tiene entonces la casa de la infancia realmente. ¿Cómo vivimos después de que la perdemos para siempre? ¿La venderé cuando sea mía (con el abuelo, y aquellas niñas que nacieron y se fueron ya viejas de allí)? ¿Qué implica seguir formando parte de ese hogar cuando aún hay cómodas y roperos con mi ropa y mis libros? A veces siento que la casa de la infancia es un laberinto propio: nos quedamos perdidos en los cuartos donde dormimos y en los pasillos en los que jugamos.
Imagino que la casa es también los otros, aquellos que la habitan y dejan los rastros que necesitamos para recordar; quizás por eso, cuando el barrio de la infancia cambia y los vecinos de antes ya no están (después del paso del tiempo sería dudoso que permanecieran), nos perdemos en la misma calle que recorrimos siempre: el extrañamiento, lo cotidiano que se vuelve amenazante por desconocido, lo familiar que nos devuelve una mirada ominosa. La misma mirada del rostro que vemos en el espejo luego de que regresamos del viaje y nos preguntamos cuál es el hogar. Espero que me sepan responder.
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¹ Cirlot, Juan-Eduardo. Diccionario de símbolos. Labor, 1994, p. 120.
² Real Academia Española. Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.6 en línea] Recuperado de <https://dle.rae.es> [28/05/2023]. ³ Beverido, Maliyel. «Yo nací para cruzar puentes». Yo nací para cruzar puentes. La Ceiba Gráfica, 2020. Recuperado de <https://issuu.com/maliyelb/docs/jpg2pdf>.
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Julisa taxista
Texto y fotografía por Virginia Mesías
Era sábado y salía tarde a una reunión de la revista que quedaba lejos de casa. En ómnibus iba a llegar más tarde aún. Cuando paré el taxi vi que manejaba una mujer, me subí y le dije: «Me encanta: una mujer manejando un taxi. Y cuando son choferes de ómnibus, también». Por supuesto que conversamos todo el viaje y, entre otras coincidencias, se iba —ya se había terminado su turno— justo para el mismo barrio que yo. Era noviembre, pero ya sabía que en el número de mayo nos íbamos a ocupar del tema trabajo: claro que iba a ser Julisa García Fariña la protagonista de estos «Cuerpos en tránsito».
Unos días antes de volver a encontramos, le envié por Whatsapp cuatro preguntas, no más, para que tuviera una idea de la dirección de la nota, de lo que me interesaba que pudiera contar, aunque, claro, esperaba que ella fuera por su propio camino. Comencé preguntando por el inicio: cómo llegó a trabajar de taxista.
Cuando empecé fue por mi amiga Carmen, ella era propietaria de un taxi en ese momento. Recuerdo la circunstancia que estábamos viviendo, las dos mujeres, recién divorciadas. Mi amiga fue muy solidaria porque ella pagó la libreta para que yo empezara a trabajar y su empleado Miguel me enseñó. Al principio fue toda una experiencia, única, un mundo nuevo que yo desconocía por completo. Mi tarea de lunes a viernes en un escritorio no tenía nada que ver. Así arranco a trabajar en el taxi, llena de miedo a lo desconocido, adrenalina, por momentos, pero mucha responsabilidad y era todo un desafío en lo personal, cumplir con mi amiga y con Miguel que me ayudaban para que yo generara un ingreso más. Solo era los fines de semana.
Luego continué con lo necesario: la relación con sus compañeros, si conocía el porcentaje aproximado de mujeres que trabajan de choferes de taxi.
En la relación con los compañeros aprendí mucho de ellos y de mí misma. Puedo decir que subestiman a la mujer que puede hacer el mismo laburo que hacen ellos y diría que, en varios casos, hasta mejor, y eso molesta mucho. También encontré excelentes compañeros. Al principio es una novelería cuando ven una mujer como compañera, se sorprenden, critican, chusmean y, cuando te conocen, te aceptan o no. Por ejemplo, hoy en Montevideo habrá unos cuatro mil taxis y un 5 % es conducido por mujeres. Cuando tuve la suerte de trabajar con compañeras mujeres fue hablar en el mismo idioma, y si está la complicidad, la empatía, sentís que le pasa y piensa lo mismo, ya no te sentís como bicho raro. Lo que me queda claro, en lo personal, es algo muy gratificante: la aceptación que tiene la pasajera cuando ve que sos una mujer, como que les da más seguridad, que somos del mismo género, la buena onda que hay también en la gente joven. ¡Mujer al volante! Sin duda que son más las experiencias riquísimas que me llenan de aprendizaje, sabiduría y una pura realidad de cómo vive nuestra sociedad montevideana; escuchar, ver cuánta gente está muy sola, la necesidad de hablar. Una da un poco de buena onda y de música, y con pequeños gestos de cortesía, la gente queda contenta, ¡es increíble!
En particular, me interesó cómo se maneja al trabajar en la noche: ¿acepta todos los viajes o descarta algunos por peligrosos? ¿Cómo decide si lo son?: «Te guiás por tu instinto —me dice con respecto a la noche— y los malos momentos se borran cuando pesan más las buenas».
Para culminar el intercambio sobre el tema, quise saber cómo percibe ella la ciudad, el tráfico, los peatones, los espacios de circulación y qué tan inclusiva ve la ciudad con la mujer, por ejemplo:
Demasiados autos para una ciudad tan chica. En mi humilde opinión, en el tránsito se ve reflejada cómo está la sociedad, nos convertimos en seres cero tolerancia, apurados, agresivos, irrespetuosos con las reglas de tránsito; los nuevos conductores son audaces, inconscientes. En el tránsito hoy en día tenés que estar a la defensiva, adivinar y superatenta a qué va a hacer el otro conductor. Te cansa. ¡La gente está muy mal! Es una selva. Si tomáramos consciencia de que manejar es como tener un arma —podés matarte o matar—, nos cuidaríamos más. Los peatones también cruzan a veces sin mirar porque van en otra. Las mujeres somos las que menos accidentes tenemos, hablo de las que trabajamos en la calle, más allá que seamos un porcentaje bajo. La mujer tiene un instinto único: podemos estar en varias cosas a la vez, somos solidarias, prudentes, amables, sensibles y si estamos seguras de nosotras mismas, no nos asusta que nos toquen bocina, que nos puteen y que nos manden a lavar los platos. Cada vez hay más mujeres trabajadoras en ómnibus, ambulancias, taxis, repartos, etcétera. Las mujeres, cada día, vamos copando las calles.
La encantadora de abrazos
Carola Vázquez Gil Invernizzi y la búsqueda hacia el centro
Texto y fotografía por Virginia Mesías
CarolaHacedora (Salto, 1981) es su nombre en Instagram. Es docente en el Bachillerato y en la tecnicatura Audiovisual de la Escuela Técnica Superior de Paysandú, productora, gestora cultural y artista visual. Estudió Comunicación en la Universidad Católica del Uruguay; su trabajo abarca desde la narrativa fotográfica, conceptual y performática hasta la realización documental y audiovisual: realiza festivales de muralismo urbano (Feria Rodante en 2016 y Pintan las Pibas en 2019), el Primer Festival Cinematográfico de Paysandú (2019-2020), registra las marchas del 8 de Marzo en la misma ciudad (y participa, en 2019, de una exposición en Alemania sobre el tema), entre varias actividades más.
Carola se define como una storyteller, y esta destreza es, justamente, la que desplegó en su exposición a fines del año pasado (que se pudo visitar del 27 de diciembre de 2022 al 30 de enero de 2023) en la Casa de Cultura de Paysandú: «Abrazos cotidianos. Pluralidad disidente», uno de los ocho proyectos seleccionados en la categoría Artes Visuales de la edición 2020 del Fondo Regional para la Cultura (MEC). Carola cuenta historias con sus imágenes, lo que no es sencillo si se busca un lenguaje poético e íntimo. Más aún si su intuición la dirige hacia el centro y el desvío, hacia el interior de nuestro país, hacia la ruralidad y la disidencia.
La primera muestra de este trabajo tuvo lugar en Valle Edén (Tacuarembó) los días 29 y 30 de octubre del 2022; sobre ella, Carola expresa:
Me guía la desobediencia. Se viene la primera parada de este viaje que tanto estoy amando realizar. Los #abrazoscotidianos viajan por el norte del país visibilizando sentires, reconfigurando los afectos y mostrando las diversidades que nos habitan como territorio. […] les invito a conocer un grupo de feminidades que han decidido abrazar la ruralidad de manera diferente. Bajo la pregunta ¿qué abrazamos luego de la pandemia? ellas me han dejado entrar en su mundo de saberes y vivencias solo para darme cuenta que hay tantas formas de vivir como experiencias acumulamos y que un salto al vacío nos define para siempre.¹
La descripción de su proyecto en la página web de los Fondos para la Cultura (MEC) plantea:
El proyecto de narrativa fotográfica Abrazos Cotidianos consiste en la investigación documental de la diversidad de los lazos afectivos, teniendo como premisa que la distancia emocional no existe y proponiendo el estudio cultural de las emociones. En momento de pandemia mundial y necesario distanciamiento social este proyecto propone llevar del ámbito privado al público las diferentes esferas que componen los afectos como una forma de observación y reconfiguración de los mismos. La nueva observación de la afectividad en todas sus formas es el puntapié inicial de este proyecto, que tiene como objetivo poner en valor la diversidad de los afectos en las diferentes comunidades, etnias, estratos económicos y sociales que hacen al Uruguay.²
Desafío significativo es el de elegir como objeto de estudio cultural (que podrá devenir en investigación antropológica y social, pienso) nuestro universo emocional y sus vínculos a partir de ese tan recordado año 2020. Significativo es este trabajo documental, esta propuesta en imágenes, que busca visibilizar las múltiples posibilidades de relacionamiento para validarlas y ampliar así nuestras libertades al mirar y reconocer a los otros. A su vez, reflexionar desde una perspectiva artística sobre el sentir (deteniéndose, además, en la diversidad) extiende los límites de este proyecto, porque se continúa naturalmente en el proceso de recepción personal que iniciamos los espectadores frente a las fotografías de Carola. Para estos abrazos, la autora menciona la reconfiguración —término clave, quizás— de los afectos, la diversidad emocional y la ausencia de distancia, los conceptos quizás de mayor profundidad e interés. ¿Qué significa que la distancia emocional desaparece? ¿Qué peso tiene entonces el cuerpo físico en nuestras relaciones hoy, luego del aislamiento pandémico? ¿Es posible dar nueva forma a nuestros hábitos en la esfera sentimental?
Apenas unos meses atrás, participé en la presentación de una novela³ y comenté que las protagonistas de la ficción (se trataba de personajes femeninos, como las imágenes de Carola) oscilaban entre sus miedos y deseos. A partir de esa reflexión, se propuso a los presentes escribir en una tarjeta blanca sus miedos y en una tarjeta roja sus deseos: cuando leí encontré que muchos de los deseos eran acciones concretas que se podían alcanzar en cuestión de tiempo, de voluntad, de sacrificio quizás, de movimiento en el espacio, de salvar distancias, justamente; solo algunos decían algo inalcanzable por nosotros mismos. Entonces cuestioné mi idea sobre el deseo, y entendí que entre él y yo hay una tensión, un vacío que no puedo salvar, parecería que su cumplimiento gravita en algo que siempre está más allá, porque es una aspiración, un anhelo. Entonces: ¿qué concepto tenemos del deseo? ¿Qué tan conscientes somos de él? Por esto, el nombre de la exposición de Carola me envolvió, e intuí que podía ser una buena elección para mis cuerpos en tránsito. Y cuando estuve frente a esas imágenes, figuras de mi propia estatura, fotografías en tela que oscilaban, quizás, entre miedos y deseos, entre mujeres y abrazos, comprendí por qué «rodear», «contener», «incluir» son acepciones tan válidas para el acto de abrazar.⁴
Sé que Carola está movilizando sus abrazos para que lleguen a Montevideo, por eso aquí no se va a develar mucho más, solo que en la descripción de su trabajo ella menciona caminatas por el monte, límites inciertos, desobediencia y salto al vacío. Quizás por eso, quienes nos acercamos a su proyecto documental y poético, nos asomamos a una certeza: otra forma es posible. Está a nuestro alcance desandar, desmantelar el mandato sobre qué y cómo desear.
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¹Vázquez Gil, Carolina. [carolahacedora]. «Me guía la desobediencia…». Instagram, 20 de octubre de 2022. Recuperado de <www.instagram.com/p/Cj9SL8voorn/>.
² Fondos para la Cultura. 2020. Ministerio de Educación y Cultura (MEC). Recuperado de: <fondos.culturaenlinea.uy/presentacion/proyectos-y-becas-seleccionadas/proy-y-becas-frc/proyectos-y-becas-seleccionados-frc-2020/>. [11 de febrero de 2023].
³Aquino, Andrea. Óbelo. Montevideo, 2022.
⁴Real Academia Española. Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.6 en línea]. Recuperado de: <dle.rae.es/abrazar>. [11 de febrero de 2022].
Los límites del movimiento y el dolor
Texto y fotografía por Virginia Mesías
Yo sé de qué sustancia tejeré mi propio cuerpo hoy
mi cuerpo verdadero es el que ahora mismo siento.
Gabo FERRO
Hay una exigencia en el ejercicio físico, le planteo a Ana Choca, profesora de Educación Física (ISEF y responsable de Haz Entrenamiento Funcional) que genera cansancio, agotamiento y también dolor, y no solo a nivel muscular, quizás también psicológico cuando se busca una meta (deportes, competencias, dietas) y no se logra, o no en forma inmediata. ¿Acaso nuestro cuerpo sufre cuando le exigimos más, o mal, por algún éxito o modelo social o cultural? Ana menciona primero una frase del budismo: «El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional», así me explica que se trata de una cuestión mental y que, para la psicología, el sufrimiento siempre es una sensación consciente, entonces, en este caso, uno puede elegir sufrir o no. «Lo cierto para mí —aunque me cuesta pensar el ejercicio físico como un sufrimiento— si lo tomamos, como se define, como una adaptación al medio, como cualquier sensación motivada por algo que obliga al sistema nervioso a adaptarse a algo nuevo y que le genera desgaste, desde la exigencia del cuerpo de salir del lugar donde está para mejorar, fortalecerse y llegar a otro punto de estado físico, sí existe el sufrimiento, pero siempre depende de cómo se viva la actividad física».
Como me interesa la intervención de las endorfinas en este tema y tengo entendido que el ejercicio las libera y ellas generan placer y alivian o bloquean el dolor, quiero saber si el cuerpo, valiéndose de sí mismo, puede desterrar el sufrimiento emocional y físico y alcanzar el bienestar, el equilibrio. Ana responde que las endorfinas junto con la dopamina son dos de las cuatro hormonas de la felicidad, se segregan durante la actividad física pasados los diez o quince minutos, cuando se entra en calor y el pulso cardíaco sube a una zona de consumo superaeróbico de oxígeno y así corren por la médula espinal y generan esa sensación de bienestar. Desde este punto de vista, toda adaptación fisiológica, anatómica y emocional de la actividad física puede evitar el sufrimiento pero depende de lo acertada que sea de acuerdo al momento en que cada uno se encuentre y que se desarrolle progresivamente, teniendo en cuenta adaptaciones naturales y biológicas, que se le dé tiempo a la mente y al cuerpo para acomodarse al estímulo. «Dolor hay —me confirma—, el dolor es algo buscado en la contracción muscular cuando queremos generar fuerza y siempre que logremos un rango mayor de movimiento, de contracción, exigimos al cuerpo, pero el sufrimiento depende de cómo se viva y que el estímulo sea adecuado. Un gran desafío como docentes de educación física es generar un hábito, que el ejercicio sea incorporado naturalmente a la rutina y que se realice con gusto: el movimiento es inherente al ser humano, es una condición natural, el primer indicio de vida es el movimiento del corazón, luego el cerebro tiene la función de regular la energía. Podríamos evitar el sufrimiento mediante la educación, que la práctica física vaya de la mano de la alimentación, con hábitos saludables desde temprana edad». A su vez, agrega que es una experiencia en relación a las vivencias personales anteriores porque el ejercicio físico remueve emociones, conecta con angustias o con estados inconscientes, por esto es una cuestión subjetiva a la que se suma el tema del castigo, el vínculo histórico que se ha establecido entre la actividad física y el castigo corporal. Pero el dolor siempre va a estar por más que se exija adecuadamente, es un parámetro de evaluación muscular; aunque es un dolor placentero que se realiza a nuestra medida y capacidades, porque no se busca un desgaste del sistema nervioso que lleve a una lesión o a un abandono de la actividad.
También le pregunto si acaso la renuncia a ciertos gustos o placeres generan tensión o control sobre uno mismo para mantener los cuidados necesarios y que contribuiría a un cierto malestar o incomodidad. Me explica que renunciar a gustos y someterse a dietas sí se puede volver una tensión o algo difícil de sostener, la idea sería no vivirlo como una renuncia, que tenemos que reeducarnos si estamos alejados de una vida saludable, darnos tiempo que nos permita a reaprender formas de alimentación y reacomodar el descanso. Comenta que incluso el término dieta está en desuso, lo más real es un plan de nutrición acorde a las necesidades, pero siempre en base a los placeres, diferenciados de los vicios, que sí son un problema.
Y al final, inevitablemente, ¿qué sucede con la edad, con el paso del tiempo sobre el cuerpo? ¿La forma más natural de manejar los cambios sería el ejercicio o también implica una pretensión de moverse contra la vida misma, cuyo resultado es el estrés? El cuerpo envejece, me dice Ana, pierde fuerza, tono muscular y gana grasa, esto contribuye a que la salud desmejore, se desmineralizan los huesos, comienzan a aparecer enfermedades que pueden evitarse naturalmente con una práctica acorde que evite el debilitamiento muscular, pero si pasa a ser una necesidad de evitar el paso del tiempo, ya no es posible. Sí se puede lograr, con una actividad sistemática y progresiva, no perder tanta fuerza, tanta masa muscular para llegar con un cuerpo ágil y activo y tener independencia como persona. Y aquí hay un tema aparte: el estrés es un impulso de vida, la activación que necesitamos para levantarnos, el problema aparece si se pasa de los límites y afecta porque desborda las capacidades. En el entrenamiento existe una patología llamada «vigorismo», es un trastorno psicológico conocido también como «complejo de Adonis», es la alteración de la imagen corporal, la persona ve distorsionada su imagen y necesita mejorarla, necesita desarrollar la masa muscular, así se vuelve adicta al ejercicio físico, y esto sí es un problema.
Y más acá del final, a modo de epílogo quizás, le pido a Ana su visión acerca de la práctica física; me manifiesta que, para ella, es que logremos los objetivos —la mejora de la salud, del rendimiento deportivo y la estética— al mismo tiempo que desarrollamos una instancia de aprendizaje, de conexión con el cuerpo: entender cómo funciona, el para qué de los movimientos que entrenamos, cómo hacerlos (que sería el aprendizaje técnico), que sea una instancia para reconocer el cuerpo en el movimiento, generar hábitos como parte de la vida y no como obligación. «Qué para quiénes», me dice, que sea realmente funcional, apropiada para la persona teniendo en cuenta lo subjetivo, las necesidades y condiciones de salud, conectar con el cuerpo y la conciencia.
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Resignificación del juego
Las esculturas blandas de Helena Heinzen
Texto y fotografía por Virginia Mesías
Compleja tarea desarrollar una nota sobre la belleza —sea su perspectiva la más diversa, sea su abordaje el más transgresor— sin vincularla con un cuerpo material, con cuerpos en movimiento y expresión, sin aterrizar la belleza en una piel que habla o en un soporte físico que determina una forma. Difícil separar la idea de un material concreto que, en el mismo territorio que la sostiene y manifiesta, la define y encorseta. Y así, ese río inconsciente que nos empuja hacia todos los lugares comunes, trae el corsé y esa cancioncita infantil que me da vueltas desde que decidimos el tema de este número: «Los zapatitos me aprietan, las medias me dan calor…». Pero esta sección no se dirige a ningún vecinito de enfrente, porque el comienzo de estos versos nos ancla en la incomodidad y el ajuste, en la contención y la norma. Y así con todas las imágenes que se suceden, llega la sensación de disfraz y de máscara. Porque ¿hacia dónde nos dirigimos cuando perseguimos la belleza?
Para escribir, siempre comienzo por las entradas de los diccionarios y, esta vez, me sorprende que solo uno (de los varios que consulto) presenta apenas tres líneas que definen al término muñeca en su simbología: «Porque gobierna el trabajo manual, la muñeca es […] el símbolo de la habilidad humana» y nada más. Entonces vengo al diccionario de la Academia Española donde el término femenino muñeca redirecciona al masculino; ni por esta vez, con una palabra tan cargada de significados que apuntan a la figura femenina —entretejida a lo largo de la historia por la literatura, el cine, el teatro, la alta costura, etcétera— nos ubicamos en primer lugar de la semántica, los atajos y las sorpresas siempre esperan a las incautas. Así, resulta una «figura de persona, hecha generalmente de plástico, trapo o goma, que sirve de juguete o de adorno», también «persona de poco carácter», «cadáver de una persona». Y me pregunto si, en su representación simbólica, se evidencian estos significados últimos o se nos escapan. Cuerpo inerte, muerto, ausencia de personalidad, de espíritu; y los primeros, juego, decoración. Y no olvidemos cómo el lenguaje y sus imágenes, incluso las más cotidianas y coloquiales, conforman la realidad que creemos.
Cuando un tiempo atrás escuché a Helena Heinzen mencionar sus esculturas blandas, supe que dialogarían directo con mis cuerpos en tránsito en algún número de la revista. Ella misma comenta ahora lo acertado de cuestionar el concepto de muñeca, la necesidad del cambio de lugar: poner el cuerpo de la mujer en otro grado de representación plástica, que no sea solo juego, contemplación o modelo a alcanzar. Helena comienza con este proyecto en el confinamiento de la pandemia del 2020, en un taller cuyo perfil era terapéutico; había conocido a Carolina Berta, la muñequera que hizo la convocatoria, en una exposición de arte textil. La experiencia fue vía virtual y abrió el universo de este trabajo con la figura humana en vínculo con la realidad y el cosmos. Así, Helena descubrió que siempre —y sin habérselo propuesto— coleccionó muñecas (tradicionales, folclóricas) traídas desde sus viajes y las comenzó a reunir: una colección de más de treinta de todo el mundo. El término de esta primera experiencia de taller fue construir una muñeca, pero el entusiasmo no había terminado y el confinamiento tampoco, por lo tanto, se extendió el intercambio para investigar sobre los orígenes de cada una de esas muñecas y así procesar en conjunto: se denominó «Muñecas en tiempos difíciles».
A su vez, Helena ya trabajaba en el área de las artes visuales, en la ilustración y la pintura (se formó en Bellas Artes y en varios talleres de artistas), donde incursionó, interesada en medios mixtos, a lo largo de treinta años de profesión. Será en la ciudad de Paysandú, en una exposición de Buby Sánchez, maestra local de arte textil, con énfasis en el patchwork y el bordado, donde visualiza el universo amplio de este camino artístico, se integra al taller de Buby y profundiza sus investigaciones personales: interviene fotos (su proyecto «Geometrías urbanas», por ejemplo); también se interesa en el reciclado, transforma elementos que ya están, utiliza y rescata telas de prendas usadas para generar lo nuevo desde segundas oportunidades a telas, hilos y lanas.
«Las muñecas, básicamente, son mujeres» me responde con firmeza. Helena busca resaltar y transgredir en la forma y en los materiales los rasgos femeninos condicionados o estereotipados, tantos cuerpos como representaciones encaradas desde la libertad creativa. «Son mujeres, sí —me reitera—, mujeres que además van tomando vida y me hablan y me dicen qué es lo que están precisando». Es una postura personal diferenciarlas de muñecas: a nivel del hemisferio sur, muñecas son estas figuras humanas y volumétricas de tamaño mediano a chico y, cuando cambian de escala y se acercan a la dimensión humana, se les llama esculturas blandas, pero, en el hemisferio norte, es más flexible el término, me explica. Sus muñecas no son para jugar, son objetos escultóricos con intención artística, no son «muñecas de trapo en sentido literal», son obras textiles. La particularidad que deben tener para ser llamadas esculturas se asienta en la masa que se conforma por el relleno y se atraviesa con hilos, se perfora y crea su forma a través de modelar la masa de tela.
Helena se define feminista, ha trabajado y mucho por los derechos de las mujeres y encuentra en esta manifestación artística la manera de plasmar la diversidad de cuerpos (reconstruidos en la libertad de la creación) y legitimar pieles diferentes en la práctica de usar telas con historias (de otras mujeres, de ella misma, de sus amigas) y dar una oportunidad válida, quebrando con estereotipos: «Esa es mi preocupación mayor», me explica. Su obra se podría organizar en series: «Muñecas pandémicas», 2020; «Muñecas (que son) reinterpretaciones de cuerpo de mujer», 2021; y «Muñecas (que son) representación de determinados tipos de mujeres», 2022. También tiene un proyecto con «Eva y sus amigas» en relación a los talleres sobre escrituras feministas en los que participa con Lilián Toledo.
Y concluye Helena, casi como una reflexión en voz alta, que el arte textil, en un inicio relegado a la casa y a ese virtuosismo que debían alcanzar las mujeres dentro del hogar (saber tejer, saber bordar), hoy por hoy, desde la libertad y el replanteo en mano de mujeres, se ha convertido en un lenguaje que transgrede el virtuosismo (no hay que saber coser). Y, por otro lado, se aleja de la máquina para ir a la costura a mano, para poner otro ritmo a la vida contemporánea, la costura lenta como manera de no dejarse llevar por los tiempos que corren y poner una pausa para encontrarse con el crecimiento interior y una misma. Trabajar con las manos y reivindicar la herramienta que las mujeres debían usar (y que fue método de dominación) para salir a hablar desde otro lado de otras cosas.
Y junto a la imagen de las muñecas-esculturas de Helena y siguiendo la línea de tomar la voz desde dentro de los espacios asignados por el control o la dominación para revertirlos es inevitable, para mí, no escuchar a Nora en «Casa de muñecas» de Henrik Ibsen que, desde los escenarios dramáticos de fines del siglo XIX, abre un nuevo lugar y un desprendimiento del símbolo: «Voy a tirar el disfraz» y, sobre el cierre de la obra: «Todavía no es muy tarde. Siéntate, Torvald, tú y yo tenemos mucho de qué hablar».
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¹Chevalier, Jean y Alain Gheerbrant. Diccionario de los símbolos. Barcelona, Herder, 1999.
²Real Academia Española. Diccionario de la lengua española, 23. ª ed., [versión 23.5 en línea]. <https://dle.rae.es> [18/06/2022].
³Ibsen, Henrik. Casa de muñecas. Salamanca, Nórdica Libros, 2010.
Verantwortlich ist Pandora
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Natalia Rovira und Altenpflege
Text von Virginia Messiah
Fotografie: Virginia Messiah
Pandora ist die „mythologische Figur, die den Ursprung aller Übel des weiblichen Geschlechts symbolisiert“, denn „sie trug eine Kiste bei sich, aus der alle Plagen hervorgingen, die die Menschheit plagen: Alter, Schmerz, Krankheit, Wahnsinn“, heißt es ein Wörterbuch mit Symbolen, das ich immer konsultiere. Ich bestätige die Informationen in der griechischen und römischen Mythologie von Pierre Grimal und finde, dass „Pandora das Geschenk war, das alle Götter den Menschen zu ihrem Unglück anboten. […] Nun, da war ein Krug, der alles Böse enthielt. […]. Sobald sie auf der Erde angekommen war, öffnete Pandora, von Neugier geweckt, das Gefäß, und alle Übel breiteten sich in der gesamten Menschheit aus.
Beide Texte erwähnen dann die Hoffnung – die als Geschenk blieb, um das Leben der Sterblichen zu erhalten –, aber es fällt mir auf, dass symbolisch interpretiert wird, dass die Strafe Alter und Krankheit sind – die normalerweise auch zusammenkommen. Weil ich in der mythologischen Legende nicht genau finde, welche Katastrophen wir erleiden würden; Es scheint, dass wir in unserer unvermeidlichen kulturellen Imagination den Lauf der Zeit und das Ungleichgewicht (physisch oder mental) als Plage und nicht als (möglicherweise nachteilige) Situationen der Existenz akzeptieren.
Vielleicht aus diesem Grund erinnere ich mich, wenn ich an die Fotografien von Natalia Rovira (Montevideo, 1979) denke, zuerst an eine Arbeit – die intimste und tiefste, wie ich mir vorstelle –, die sie in einem Workshop erwähnte, in dem wir zusammenfielen 2019: In Bezug auf seinen Vater, auf die Gesundheit seines Vaters, gab es keine Bilder, weil er nur die Idee teilte, dass es sich um eine gemeinsame Reise handelte, um zum letzten Mal einen Ort im Landesinneren zu besuchen, mehr Details habe ich nicht vorenthalten. Ebenso komme ich immer wieder auf eines seiner Projekte zurück, auch heikel und emotional, über die Pflege von alten Menschen, alten Müttern und Großmüttern, die von Töchtern und Enkelinnen ausgeführt werden. Deshalb suche ich sie jetzt, und wir reden.
Natalia beginnt 2015 mit der fotografischen Arbeit, ist Absolventin des Sportjournalismus am Professional Institute of Journalistic Education (ipep) und behauptet, weitgehend Autodidakt zu sein; seit 2018 arbeitet sie für La Diaria in den Sektionen „Feminismen“ und „Sport“ mit. Seine Leidenschaft für Bilder und die Kamera hat er gerade von seinem Vater. Auf seiner Website erklärt er, dass dieser Beruf eine Möglichkeit ist, seine Linie rechtzeitig aufzubauen und sich mit einer glücklichen Kindheit zu verbinden. Und von der Kindheit gehen wir ins Erwachsenenalter und mit offenem Gefäß der Pandora, ohne zurückzugehen, stehen wir den Zuckerrohrtöchtern gegenüber, ein kraftvoller, präziser und keineswegs metaphorischer Titel (obwohl das Bild als solches funktioniert).
In der Präsentation dieses Projekts auf derselben Rovira-Website heißt es: «Wenn Eltern älter werden und die Unterstützung ihrer Kinder brauchen, sind sie in eine Reihe von Entscheidungen verwickelt, die nicht immer leicht zu lösen oder zu akzeptieren sind.» Und ich habe sofort einige Fragen: Wer trifft diese Entscheidungen am Ende? Wie viele sind an diesen Umständen beteiligt? Sind sie irgendwie gelöst? Weil die Lösungen kein günstiges Ergebnis implizieren, sondern dass das Problem einfach aufhört zu existieren. Und so folgen, wie alle Arbeiten von Natalia, die eloquenten und sensiblen Anliegen und Fotografien aufeinander. Von imposanter diskursiver Kraft ist vor allem ein Bild: Carmens Hände, ihre lackierten Nägel, die bunte Decke, die sie in ihrem schürzenartigen Schoß strickt. Lap, die ihre Kinder bekommen hat, aber jetzt ist nur noch Cristina als Stütze da, auch eine Frauenstütze.
Carmen ist die hundertjährige Mutter und Cristina ihre Tochter. Cristina hat sie zu sich genommen, um sich um sie zu kümmern, sie arbeitet natürlich auch, sie arbeitet und kümmert sich um ihre Mutter; sie tut diese Arbeit nie vom Ort der Beschwerde, es gibt kein größeres Gewicht für sie, aber auf jeden Fall verzehrte sie diese Realität. Andererseits leben in Hijas bastón zwei junge Schwestern mit ihrer Großmutter Etelvina, die in einem Gesundheitsheim lebt; Etelvinas Kinder leben und befinden sich in den Vereinigten Staaten, von wo die Mutter zurückkehrte, als sie krank wurde, um von ihren Enkelinnen Valeria und Débora versorgt zu werden, die wiederum von Etelvina aufgezogen wurden. Natalia erklärt mir, dass sie keine Geschichten von Männern gefunden hat, die sich um ihre Mütter oder Großmütter kümmern: „Ich sehe keine männlichen Betreuer, sie gehen, wenn sie gefragt werden, das ist alles – erklärt sie und fährt fort – ich nicht wissen, ob Empfindlichkeit bei Frauen angeboren ist. Es gibt etwas Körperliches und Emotionales in dieser Arbeit und auf der anderen Seite das, was der Rest fordert und erwartet, die ganze Last fällt auf eine Person. Wenn es keine Mittel zum Abstieg gibt, was macht man dann?»
Natalia arbeitet in ihren Projekten in Beziehung zu den Menschen, sie beschäftigen sich mit intimen Erfahrungen, weil sie eine größere Verbundenheit mit dem Ort findet, wo der andere ist. Und so sehen wir Do not keep look, über die Performance von Women in Black und entmaskulinisiertem Sport, über Gleichstellungspolitik im Sport. An dem Tag, an dem wir uns treffen, erzählt er mir auch von einem der neuesten Cover von La Diaria, das mit einem Foto von ihm herauskam, er gibt mir eine Kopie, und da spricht das Bild dieses Gesichts im Vordergrund auf dem Papier für sich und für sich die Loyalität einer Fotografin zu ihren Lebens- und Arbeitsentscheidungen.
Und so sind es wir, Pandoras oder Evas, die die Leiden und Übel erzeugen, die die Menschheit von Anfang an plagen, sagen natürlich diejenigen, die die Mythen erfinden. Vielleicht sind wir aus diesem Grund für die Pflege, den Schutz, die Verantwortung beim Helfen und das Lösen aller Schwierigkeiten als eine im Genre vererbte Gewohnheit verantwortlich. Als ich diese Notiz beende und Natalia nach einigen Informationen frage, erfahre ich, dass sie bei ihrem Vater im Krankenhaus ist und sich um ihn kümmert.
Fotografie: Natalia Rovira
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¹ Biedermann, H.. Symbollexikon, S. 347-348. Paidos: Barcelona, 1996.
² Grimal, P.. Wörterbuch der griechischen und römischen Mythologie, p. 405 Paidos: Barcelona, 1994.
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Der Tanz und die Wahl des guten Liebhabers
Text und Fotografie von Virginia Mesías
Ich kann dich nicht hören. Ich kann deine Stimme nicht hören. Es ist, als hätte ich eine Flasche Anis getrunken und wäre auf einer Tagesdecke aus Rosen eingeschlafen. Und es zieht mich mit sich, und ich weiß, dass ich ertrinke, aber ich hinke hinterher. […] Und ich weiß, dass ich verrückt bin und ich weiß, dass meine Brust vom Festhalten verfault ist, und ich bin immer noch hier, um es zu hören, um zu sehen, wie es seine Arme schüttelt.
Federico GARCIA LORCA
Bluthochzeit
Und dann wird uns der Konflikt, sogar die Tragödie, präsentiert, wenn wir hören, wenn wir zuhören und wenn wir zurückbleiben. Das war schon immer so: eine Sache des Instinkts, einfach der Leidenschaften; so einfach, dass unser Körper, unser Alter, unser eigenes so strenges Gewissen, das Leben selbst mit seinen Gewichten, Grenzen und Vorurteilen da eingreifen. Und wir gehen von einer Seite zur anderen und ertrinken viele Male, bis wir uns entscheiden, uns für die Tagesdecke mit Anis und Rose zu entscheiden. Nichts einfaches.
Ich erinnere mich an eine der ersten Präsentationen von Analía Zufiaur im Dezember 2003 in einem Theater von Gonzalo Ramírez im Stadtteil Palermo. Denn dieses Mal wird sich Cuerpos en transit nicht mit anerkannten Künstlern oder internationalen Namen befassen, noch mit Steinfrauen, die versuchen, Territorium zu erobern. Diesmal ist der Körper in Bewegung der einer gewöhnlichen, alltäglichen Frau, einer von uns, aber nicht weniger. Analía Zufiaur wird in zwei Monaten 50, sie selbst sagt mir: «Ich bin nicht mehr jung, dafür bin ich schon ein Veteran». Aber auch, und ich wusste es nicht, er feiert sein silbernes Jubiläum: 25 Jahre Flamenco tanzen.
Analía Zufiaur hat nicht den dünnen und leichten Körper, der traditionell im Tanz erwartet wird; Sie ist Mutter von zwei Teenagern, die 24 Stunden am Tag, jeden Tag des Jahres bei ihr leben, und sie arbeitet acht Stunden am Tag, wie die meisten von uns. Und tanzt, tanzt Flamenco, weil es unvermeidlich ist. Er erklärt mir, dass ich mehrere Leben oder Parallelwelten haben müsste, um in jeder vortrefflich die Bata de Cola, vorzüglich den Fächer, die Kastagnetten, den Schal, die Drehungen der Brust und die Gewichtsveränderungen im Körper zu lernen bewegliche Beine habe und dass die Soniquete wunderbar ist und das Klatschen und die Cajon und das Singen… Sie erklärt mir, dass sie sich für dieses Treffen sorgfältig Zeit spart, weil Flamenco der Spiegel ist, um sich selbst zu finden, für den sie beharrlich und konsequent sein muss. Zuerst, erinnert sie sich, blieben ihre Füße stecken und sie fühlte sich, als würde sie fallen, dass es unmöglich war, ihre Arme mit ihren Füßen und dann ihren Kopf und ihre Taille und ihr Gesicht zu koordinieren, aber so war es, so war sie weiter, weil der Tanz sie komplett auszieht, und wenn sie es nicht zu 100 Prozent zur Probe schafft, denkt sie: „Was wäre, wenn du das nicht hättest? Was wäre, wenn du es nicht könntest? Verteidigen Sie es klar und ergeben Sie sich; sich einem Liebhaber hinzugeben, "denn es ist kein Zeitvertreib oder Spiel, es ist die Wurzel und absolute Achse des Lebens".
Sie sagt mir, dass trotz der Karten, die das Leben spielt – manchmal herausfordernd –, trotz der Familie, der Mutterrolle und der Hindernisse bei der Arbeit, die anspruchsvollste Aufgabe darin besteht, sich selbst zu akzeptieren: „Ich bin das, was du siehst, im Prozess der Transformation , natürlich mit den Spuren der Entbindungskliniken, der Zeit, mit der Schwerkraft, die uns nicht loslässt. Und trotzdem ist in diesen Zeiten absoluter Jugend eine Hymne an die Reife möglich.»
Denn sie hat „alt“ angefangen zu tanzen und ihr Ausgangspunkt, ihre Inspiration, war der Film von Carlos Saura mit Cristina Hoyos und Antonio Gades: Bodas de sangre natürlich. Als das offene Fernsehen, das nur vier Kanäle hatte, den Film ausstrahlte: "Erinnerungen sind nicht intellektuell, sie sind immer noch Empfindungen, Gefühle", sagt er mir. Sie verspürte eine tiefe Sehnsucht nach Kommunikation wie bei "diesen Körperkünstlern, die in dieser Geschichte die Träne, die Leidenschaft, das Verlangen, ein tragisches Verlangen in Bewegung setzen", wodurch das Bedürfnis nach Ausdruck, die Neugier geweckt wurde. Jahre später fand er die Gelegenheit ganz in der Nähe seines ersten Arbeitsplatzes, es war 1997, und zufällig sah er in der Zentrale von Casa de Galicia, in 18 de Julio und Barrios Amorín, dass kostenlose Flamenco-Kurse gegeben wurden, und so weiter Als sich das Studium nicht leisten konnte, wurde entschieden.
So erhielt sie im Alter von 25 Jahren gleichzeitig ihre ersten Berufserfahrungen, eine Annäherung an den Flamenco und auch Kontakt mit der chinesischen Medizin (Analía ist Therapeutin und wurde in Tian, in das Wissen des spirituellen Flamenco eingeführt eine Schule für chinesische Medizin in Spanien: Praxis, in der Tanz als Mittel zur körperlichen, geistigen und spirituellen Heilung untersucht wird). Gleichzeitig erzählt er mir, ein wenig scherzhaft und nicht so sehr, dass er sich nicht an das erinnert, was er vorher gemacht hat, sondern sich vielleicht nur auf das vorbereitet, was später ausgelöst wurde: die Liebesaffäre mit dem Tanz. Denn, wie er mir mehrfach versichert hat, Flamenco ist die Liebhaber-Zufluchts-Herausforderung. Er fordert sie auf, tiefer zu blicken, genauer auf die Gefühle zu schauen, die in der alltäglichen Realität eingekapselt sind, denn Flamenco bewegt die Liebe, er lässt uns nicht gleichgültig, er mag ihn mehr oder weniger mögen, aber er lässt uns nie gleichgültig, sie sagt. Und es übt auch eine starke umwandelnde Wirkung auf diejenigen aus, die es singen, diejenigen, die es auf einem Instrument spielen, diejenigen, die dazu tanzen, diejenigen, die es betrachten: "Es trifft die Brust, jede Pore, diese Wirkung ist sehr heilsam."
Wenn ich sie nach dem Platz für großartige Frauen im Tanz frage, Erwachsene, meine ich, sagt sie mir, dass sie genau daran denkt, an die Großen: Paco de Lucía, Camarón de la Isla, Cristina Hoyos, Antonio Gades, die so viel beeinflusst haben in der Entwicklung des Tanzes, zusätzlich zu der besonderen Kunst, die jeder übermittelt hat. Er erinnert sich, als er die Gelegenheit hatte, nach Andalusien zu reisen, an die Quelle des Flamenco, und „anonyme Achtzigjährige mit fast unsterblichen Gesichtszügen aus einer Lieferung heraus tanzen zu sehen, aus einer Position, die so gespielt wird, weil es nicht um Virtuosität oder nichts zu demonstrieren geht, sondern um die Seele selbst zu bewegen, die durch diese faltigen Körper tanzt, wo die Zeichen allen Lebens sichtbar sind.» Denken Sie an Cristina Hoyos, die nach ihrer Krebserkrankung immer noch aktiv ist und die wiederum ein Bewusstsein für die Heilung durch Tanz entwickelt, das Analía voll und ganz teilt.
Dann erwähnt er die Akademien im Allgemeinen, in denen sich die Muster von Jugend, geringem Gewicht, schlanker Linie, Widerstand und Stärke und der unvermeidlichen sinnlichen Prägung wiederholen. Kürzlich teilt sie sich in ihrer letzten Tanzschule den Unterricht mit verschiedenen Klassenkameraden mit einer einzigartigen und unwiederholbaren Körperform, erzählt sie mir, und das bedeutet, dass sie sich von ihnen bewegt oder angezogen fühlt, wenn sie die Tänze anderer sieht. Sie interessiert sich für Frauen ihres Alters, denn: «Die Älteren haben das Leben. Natürlich hat jeder mit seinem Körper Geschichten zu erzählen, aber sie, 50-jährige Frauen, drücken Mutterschaft oder Mutterschaftslosigkeit aus, Wechseljahre, hormonelle Veränderungen, Sehnsucht, die Suche nach Liebe oder das Erleben davon, Übergänge, Trennungen, Zwangs- und unvorhergesehene Arbeitswechsel, und all das manifestiert sich im Moment des Tanzens.» Und so achtet er darauf, wie seine Mitschüler zum Unterricht kommen, was sie mitbringen. Sie erzählt mir, wie manche ihre Romanze mit dem Spiegel haben und die Zeit, die sie brauchte, um sich selbst zu betrachten, ohne ein brutaler Richter zu sein, Tanz hat ihr sehr geholfen mit ihrer Schüchternheit, die nicht mit bloßem Auge erscheint, aber da ist und es versucht ihren eigenen Blick finden. Er spricht mit mir auch darüber, wie wichtig es ist, auf den Körper zu achten: „Wenn die Füße schmerzen, muss man sie verwöhnen“, sich Zeit nehmen, damit die Nägel nicht einwachsen, die Hornhaut, die Knie, die Schultern, Ellbogen, Handgelenke, die Hände, die den Tanz ausdrücken.
Und so kommt es wieder auf die Frage zurück: „Welcher Platz ist für große Frauen da?“ Und es wird geantwortet: „Little, little“. Dass er vielleicht jetzt, in seinen letzten vier Jahren Erfahrung, ein wenig Platz für einen Körper wie seinen gefunden hat; In seinen Anfängen fand es nie die Statur in Körper und Ausdruck, weil man suchte, dass sie alle das Gleiche ausdrücken: «Das Gefühl zu vereinheitlichen und zu choreografieren ist etwas Unmögliches und außerhalb dessen, was Tanz als Ausdruck der Seele ist».
Er erinnert sich an die technische Ausbildung seines ersten Lehrers, sehr hart, grausam, fast gewalttätig, jahrelang war er nah am Vorhang, im Hintergrund bei den Präsentationen, fast unmerklich, „weil kein Platz für mich war“, nur indem er seinen opferte Körper könnte er dem Vorbild näher kommen, das er auf den Blick des Lenkers und der Gefährten ausübt. Und nach der Mutterschaft war die Umstellung wichtig und vielleicht die Zeit des größten Leids: Große Brüste vom Stillen, ein Rücken, der sich weitet, die Taille geht verloren, die Hüften werden breiter und die Umkleidekabinen bedeuteten immer «zudecken, zudecken, zudecken». verheimlichen". „Wir müssen viel lernen – sagt er – über den Schmerz, den wir verursachen, wenn wir diese Kanonen auferlegen oder wenn wir uns von ihnen aufzwingen lassen. Und das Bewusstsein und die Befreiung kamen aus der Hand des spirituellen Flamenco, als er begann, ihn zu praktizieren. Die erste Gelegenheit war in Spanien, mit einem weißen ärmellosen Kleid, ihren offenen Haaren (die immer "gut gebunden, gut gehalten, gut straff und mit viel Haargel" gewesen waren und sie graue Haare und rebellische graue Haare hatte", sagte sie sind wie Antennen", sagt er). Das erste Mal war wie in einem anderen Leben.
Ich höre ihr zu und habe das Gefühl, dass ich mir nicht sicher bin, was wir mit unseren Geschichten, mit unseren Bildern auf diesen Seiten ändern werden. Es gibt keine Gewissheiten, aber es gibt Wurzeln, sagten sie mir einmal, und vielleicht liegt die Wurzel darin, dieses andere Leben aufzubauen, so, auf diese Weise, einander zuzuhören. Denn als ich das letzte Mal mit Analía für diese Notiz zusammengearbeitet habe, sagte sie mir, als sie nach dem richtigen Tuch für die Fotos suchte, dass sie das Gefühl hatte, etwas zu sagen zu haben, wenn sie Ideen aufschrieb und Audio aufnahm, was ihre Stimme ausmachte Sinn. Ich lächelte, weil mich der Zufall nicht so überraschte, und ich sagte ihm, dass dies der Titel dieser Nummer und die erste Motivation war, die wir für das Magazin hatten.
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Literaturverzeichnis
Garcia Lorca, Federico. Bluthochzeit. Buenos Aires: Losada, 1998.
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Der Körper im Stein
Text und Fotografie von Virginia Mesías
Die Präsenz der weiblichen Figur in der skulpturalen Kunst der Stadt reduziert sich auf Gärten, Parks und Museen. Im Allgemeinen sind sie Lehrerinnen oder Mütter, begleitet von ihrem Beruf, ihrer Berufung: Kinder um sie herum. Abgesehen von diesen Beispielen werden Frauenkörper halb- oder ganz nackt (das ist bei männlichen Figuren nicht der Fall) und als geradezu mythische Wesen – Sylphen oder Musen – dargestellt. Selten sind sie Silhouetten in einer Position der Macht oder Unabhängigkeit: Unabhängigkeit von den Kindern, die sie erziehen oder aufziehen, von den Ehepartnern, denen sie angehören, von den Künstlern, die sie inspirieren, von den Parks, zu denen sie als Schmuck gehören -3194-bb3b-136bad5cf58d_
Sie bewegen sich nicht vorwärts oder stetig, sie schauen nicht von einem Sockel, der ihre Umgebung dominiert, sie erobern keine Allee oder markieren den Eingang von irgendetwas Wichtigem politische oder kulturelle Gebäude, es sei denn, sie sind symbolische Repräsentationen einer altruistischen Idee: Freiheit, Verfassung, unter anderem. Es ist interessant, im öffentlichen Raum nach den wenigen Skulpturen zu suchen, die eine – manchmal spontane oder unfreiwillige – Haltung des Begehrens, der Leichtigkeit haben. Schauen wir genau hin, denn sie sind in einen anderen Kreislauf eingetaucht, parallel zu dem der imposanten oder siegreichen Statuen (mit einem Pferd, das natürlich viele Male enthalten ist, männliche Kontinuität, sagen wir).
Also: Warum verstecken sich Körper und Lust in der Repräsentation von Frauen in der Stadt? Warum sprechen städtische Statuen nicht in einem anderen Register? Was wäre das Profil der Stadt, wenn Frauen (in Stein natürlich, anders ist es immer noch schwierig) losgelöst, entfernt, dekontextualisiert von jenen reduzierten Orten erscheinen, an denen sie sich befanden, und sich stattdessen an sichtbaren Orten manifestieren würden, durch die, at Jederzeit, jeder Stadtbewohner geht vorbei? Um sie zu sehen, muss man in den Park reisen, man muss den Garten erreichen, man muss das Museum betreten, um sie zu finden. Entfernen wir sie bewusst aus dem auferlegten Raum und führen wir sie auf die Straße, lassen sie die Alleen überqueren und eignen wir uns die historisch wertvollen Gebäude an, damit sie auf diese Weise eine andere Bedeutung erhalten. Bezeichnen Sie den weiblichen Körper in der urbanen Skulptur neu und denken Sie darüber nach, mit welcher emotionalen Materie wir gehen würden, ohne so viele siegreiche Helden, die die tägliche Dynamik kontrollieren.
Wir müssten sehen, was im Landesinneren und in Lateinamerika passiert. Welchen Platz haben nicht nur die Frauen, sondern auch der Körper in der Stadt? Welche Darstellung erfolgt? Warum nackt ausziehen oder in Tüll hüllen? Warum es in etwas Engelhaftes oder Dunstiges verwandeln, nicht sehr physisch, nicht sehr materiell? Warum es zwischen Blumen verstecken, zwischen Bäumen und Wegen in einem Park, zwischen Bänken in einem Garten, zwischen Galerien in einem Museum? Warum nicht auf einem zentralen Platz ablegen?
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Marina Abramovic: Weder Oma noch Dame, der Eigenname reicht
Text und Fotografie von Virginia Mesías
“Había abandonado el trabajo en solitario por un ideal que me parecía más erhaben: gemeinsam Kunst zu machen und jenes dritte Element zu erschaffen, das wir früher dieses Wesen nannten , eine Energie, die das Ego nicht vergiftet hat, eine Verschmelzung des Männlichen und des Weiblichen, die für mich die höchste Form der Kunst war. Sie konnte den Gedanken nicht ertragen, dass es nicht funktionieren würde. (…) Für mich gehörte auch das Privatleben zur Arbeit. Für mich ging es bei unserer Zusammenarbeit immer darum, alles für eine größere Sache, die größere Idee zu opfern“, reflektiert Marina Abramovic in ihren Memoiren Walk through Walls (2016) ihre Arbeit mit Ulay (Frank Uwe Laysiepen) aus der Ausstellung Modus vivendi (Los Angeles , 1986), die beide in Originalgröße fotografiert, müde und mit einer Kiste in der Hand präsentierte: Ulays war leer, Marinas war komplett.
Im Mai dieses Jahres wird der Princess of Asturias Award for the Arts 2021 von Marina gewonnen; Also reden wir alle über Marina. Aber: Wie viel wissen wir über Performance-Kunst? Wie viel wissen wir über diesen serbischen Künstler, der in der Sozialistischen Republik Jugoslawien geboren wurde? Aber was wissen wir alle sicherlich über Marina, was wir alle sehr kenntnisreich wiederholen? Dass sie die "Großmutter" der Aufführung ist und dass sie sich einmal in einem wichtigen Museum in einem roten Kleid hinsetzte, um diejenigen anzustarren, die es wagten, und dann erschien Ulay, was für ein Glück, dass Ulay eingriff, denn dann war sie von der Wiedervereinigung und ihm bewegt natürlich auch, und sie hielten Händchen und gelegentlich floss eine Träne und diese zeitgemäße Szene wurde in den Netzwerken viral! Und ja, eine Performance beinhaltet Improvisation und direkten Kontakt mit dem Zuschauer, und dank der bewegenden Episode erfahren viele von uns, wer Marina Abramovic ist: die schockierende Dame in Rot, die in einem Film unerwartet auf eine Liebes- und Künstlerpartnerin aus der Vergangenheit trifft Szene (Sie waren ein Paar ungefähr 12 Jahre). Natürlich beziehe ich mich auf The Artist is Present (MoMA, New York, 2010), eine Arbeit innerhalb einer größeren Ausstellung, die eine Retrospektive ihrer Karriere beinhaltete, in den oberen Stockwerken gab es Aufführungen ihrer Stücke und im Atrium war Marina drei Monate lang acht Stunden am Tag. Zuschauer empfangen.
Pero el punto aquí no es el premio o una performance en particular y sus Ableitungen geht es darum, wie mehrere journalistische Notizen, Veröffentlichungen und Personen immer wieder dasselbe kommentieren: die punktuelle virale Episode, die nur wenige Minuten in ihrer Flugbahn darstellt und nicht Rhythm O ( Neapel, 1974 ) zum Beispiel oder Incision in Space (Graz, Österreich, 1978), wenn wir es vorziehen, dass das Paar zusammenarbeitet. Und seien Sie vorsichtig mit den Ideen, die wir glauben, weil das MoMA selbst die Anwesenheit von Ulay dort verwaltet hatte, was wiederum von Marina gefordert worden war, da er 12 Jahre lang an der ausgestellten Arbeit beteiligt war; sie wusste, dass er anwesend sein könnte. Und außerdem könnten diese Tränen, diese Emotionen auch auf die kürzliche und schmerzhafte Trennung von ihrem letzten Ehemann, Paolo Canevari, reagieren, mit dem sie auch 12 Jahre ihres Lebens verbrachte. Auf jeden Fall schaffen es einige Seiten, den Spaziergang entlang der Chinesischen Mauer zu erwähnen: Die Liebesgeschichte endet und sie reisen und gehen, bis sie sich treffen, um sich zu trennen; aber diese Aufführung findet nach 8 Jahren Vorführung statt, und der ursprüngliche Ausgangspunkt war ein ganz anderer und der Arbeitstitel Die Liebenden . Und es wird nicht daran erinnert, dass sie 1979 zur Sidney Biennale eingeladen wurden, um bei der Eröffnung derselben aufzutreten, und so entsteht in Marina (aus einer Erinnerung an ihre 14 Jahre) die Absicht, ins Outback zu gehen, ein Innen- und Halb- Trockengebiet in der Great Victoria Desert und dann, Ende 1980, kehren sie zurück und gehen für sechs Monate in die Wüste, und dort wird die Idee geboren: „In diesem Moment haben wir unseren nächsten großen Ehrgeiz erreicht: die Wand zu durchqueren, An den gegenüberliegenden Enden beginnen und am Punkt Medium finden. Wir waren uns sicher, dass das noch nie jemand gemacht hatte. Wir waren uns einig, dass wir uns nicht nur mittendrin treffen, sondern dort auch heiraten würden. Es wäre unglaublich romantisch." Ich könnte sogar sagen, dass auch dieses Erlebnis in der australischen Wüste seinen Ursprung hat Tage in Sydney stellen Gold dar, das von den Künstlern gefunden wurde , ein Beispiel, dem Ulay nicht widersteht, vielleicht weil er seine körperliche Grenze und seinen Widerstand erreicht hat. Trotzdem beschließen sie nach ihrer Rückkehr nach Amsterdam, die Performance in den nächsten fünf Jahren 90 Mal aufzuführen und ihren Namen in Crossing the Night Sea zu ändern, was auf den Kontakt und die Vertiefung des Unbewussten, Meditation und Selbstbeherrschung anspielt. Aber als sie mit dem Spaziergang entlang der Chinesischen Mauer beginnen, war ihre Lebensgeschichte zu Ende, schmerzlich beendet (sie werden sich 3 Monate nach Beginn treffen, am 27. Juni 1988, und Marina wird allein nach Amsterdam zurückkehren; Ulay würde heiraten Dezember mit ihrem chinesischen Übersetzer, mit dem sie ein Kind erwartete). Hören wir also auf, romantische Umstände zu schaffen, die persönliche Kunstwerke verdecken. Wird Marina einen Auftritt ohne Ulay gemacht haben? Die „Königin“, die „Dame“, die „Großmutter“, offenbar definiert sie sich selbst als „Patin“ (und es ist verständlich, da sie nie Mutter werden wollte, damit es ihr bei ihrer Arbeit nicht im Wege stand): hat hat sie etwas vorher oder nachher gemacht? Können wir Arbeiten der Künstlerin erwähnen, die ihren Partner nicht beinhalten?
Ich sage, dass seine Karriere im Alter von 19 Jahren mit „Drei geheimen Stofffetzen“ beginnen könnte, einem Gemälde, das er in 3 verschiedenen Farben malt, die drei Objekte umgeben, ein Gemälde, in dem er davor warnt notwendiges Eingreifen des Betrachters, der "die Vorstellungskraft anregen" muss. Oder besser gesagt, später zusammen mit fünf Kollegen der Akademie (Ende der 1960er Jahre) with , die Kunst austauschten und die ihnen vermittelten Lehrmethoden diskutierten, während sie den Einfluss der westlichen Konzeptkunst, der italienischen Arte-Povera -Bewegung, assimilierten, Fluxus in Deutschland und die slowenische Oho-Gruppe. Aber angemessener ist es, 1969 zu gehen und ihre erste Performance-Idee im Belgrader Jugendzentrum Come wash with me vorzustellen : Als das Publikum eintrat, zogen sie die Kleider aus, die Marina gewaschen, getrocknet, gebügelt und zurückgegeben hatte, damit die Zuschauer das Zimmer verlassen konnten Galerie sauber (aber das Stück wurde abgelehnt). Anfang 1970 fand eine erste Ausstellung im Studentischen Kulturzentrum: Drangularium statt , und sein Werk stand im Zusammenhang mit den damals entstandenen Wolkenbildern. Dann eine zweite Ausstellung im Studentenzentrum, Objekte und Projekte , für die Marina eine Reihe von Postkarten ausstellt, Liberate the horizon , in der sie Belgrads historische Denkmäler und Gebäude auslöscht (von denen einige während des Kosovo-Krieges bis Ende der 1990er Jahre zerstört wurden). . Oder vielleicht beginnt seine Arbeit viel früher, als seine Mutter träumt, dass sie eine Schlange zur Welt bringt. Der Anfang wäre hier, noch vor seinem ersten erinnerten Auftritt: Rhythm 10 (Edinburgh, 1973). Und er trifft Ulay 1975, nach Thomas Lips (Innsbruck, 1975), nach Rhythm 0 , nach Rhythm 4 (Mailand, 1974), nach Rhythm 2 (Zagreb, 1974). Ist es also so, dass wir uns ohne Ulay nicht an Marina erinnern, ohne Auszeichnung keine Arbeit, ohne mütterliche Metapher keine Künstlerin?
Llama la atención cómo para presentar la carrera de una artista que acaba de ser Preisgekrönt greifen wir auf die häuslichsten oder romantischsten Umstände zurück, die vielleicht verkaufsfähigsten, die sichere Seifenoper. Aber wenn ja, erwähnen wir ihre Kindheit oder ihre Jugend unter der Strenge einer Mutter und einer Tante, die sie ständig schlagen, und eines Vaters, der schließlich seine Familie verlässt. Marina wurde am 30. November 1946 in Belgrad während Titos kommunistischem Regime in einem geräumigen Haus mit Klavier, Büchern und Gemälden geboren. Die Tochter von Kriegshelden, die zu wichtigen Mitgliedern der Partei wurden: Ihr Vater Vojin war Mitglied von Titos Elitegarde und ihre Mutter Danica war Leiterin des Instituts zur Überwachung historischer Denkmäler und auch Direktorin des Museums der Revolution und die Kunst. Seit sie sieben Jahre alt ist, weiß Marina, dass sie Künstlerin werden will, sie hat nicht nur ihr Zimmer, sondern auch ein Atelier. Bereits in der Pubertät beginnt er aufgrund der intensiven Migräne, unter der er leidet, mit einem Training der Ruhe und Konzentration, um diesen standzuhalten. Sie lebte eine unbequeme und unglückliche Jugend: Sie fühlte sich hässlich, sehr groß, mit dicker Brille und schwerem Rahmen, orthopädischen Schuhen, kurzen Haaren, dicken Wollkleidern, einem Babygesicht und einer großen Nase. Später wird mit der Verlassenheit seines Vaters konfrontiert, dem einzigen Erwachsenen, von dem er Liebe und Unterstützung gespürt hat. Sie gaben ihm alles in Bezug auf seine künstlerische Ausbildung, aber nicht mehr. Wenn ich höre, dass sie eine Diva wird, ein Star für die Titelseiten der großen Modemagazine mit den Outfits der wichtigsten Designer, erinnere ich mich an die Kleider, die ich tragen musste, als ich jung war, und die ich hasste, weil diese Mutter es so bestimmt hatte ; aber das sind natürlich unwichtige Details. Wenn ich über sie spreche, bleibe ich bei der sehr konstanten Präsenz von Ulay stehen und denke an die Ideen, die in Werken verwirklicht wurden und die dem Paar gehörten: Wie viel war von dem einen oder dem anderen da? Und unweigerlich erinnere ich mich an Gerda Taro, die so jung starb, dass wir alle glauben, Robert Capa sei nur der Mann und in Dora Maar und in Camille Claudel. Und vielleicht kennen wir nicht alle Bioy Casares und die wenigsten von uns lesen Silvina Ocampo? Finden wir nicht alle Carlos Maggi und nur wenige von uns lesen María Inés Silva Vila?
Marina es Marina y ya tenía un nombre cuando conoció a Ulay. Hören wir auf, an die poetischen Blicke von The artist is present und an das letzte Treffen der Chinesischen Mauer zu glauben. Lassen Sie uns Marina de Ulay loswerden. Keine Hälfte.
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Land
Von: Virginia Messiah
Foto: Virginia Messiah
Una performance es una actividad artística que tiene como principio básico la improvisación y el direkten Kontakt mit dem Betrachter, laut Wörterbuch, gem. Denn in diesem Jahr, am 20. Mai, werden Cecilia Vignolo (Montevideo, 1971) und ihre Umarmung irgendwo in dem 4 Hektar großen Park begraben, der das ehemalige Landhaus von Máximo Santos umgibt, das seit 2006 unser Erinnerungsmuseum ist und für das wir verantwortlich sind "die Förderung der Menschenrechte und die Erinnerung an den Kampf für Freiheit, Demokratie und soziale Gerechtigkeit als kulturelle Konzepte in dauerhafter Konstruktion" (erklärt die MUME- Website). Und genau das bringt diese Performance mit sich: Konstruktion, Übung und Erinnerung. In diesem Akt gibt es keine Improvisation, es gibt Konzept, Zeugnis, Beständigkeit. Aber der Aufruf an die Öffentlichkeit ist nicht offen, natürlich nicht für Hygienemaßnahmen; Die Interaktion erfolgt über die Netzwerke des Subway Exhibition Centre ab 11:00 Uhr morgens und des Städtischen Zentrums für Fotografie , das auch die Veranstaltung an diesem Donnerstag in der 26. Ausgabe des March of Silence abdecken wird.
Foto: Virginia Messias
Esta puesta en escena surgió en el año 2007 para el 2do Festival Internacional de Kunst aus dem Río de la Plata wurde im Harriague Park in Salto präsentiert und, wie der Künstler sagt: „Sie schafft eine Gegenwart, in die die jüngste Vergangenheit integriert ist, in einem Versuch, ihre unheimliche Dimension zu akzeptieren und zu reparieren, unmöglich. Die ganze Erde ist übersät mit den Überresten derer, die für meine Freiheit gestorben sind. Ich umarme und lausche der Erde, als könnten die Schreie die Grenzen überschreiten, die wir kennen, und der Schlag eines einzelnen Herzens könnte den Grund des Río de la Plata erreichen.“ Es ist nicht das erste Mal, dass Vignolo mit der Erde und mit seinem darin versunkenen, darin gefangenen oder integrierten Körper arbeitet. Im Jahr 2006 drehte sich die Ausstellung „Ich möchte noch etwas sagen“ auch um Land und Umarmungen (MEC-Raum für das Innenministerium). „Choreography for Hands with Wives“ von 2007 war Teil von Concentrado Acción im Rahmen des Latin American Meeting of Performances (National Directorate of Culture, MEC) und seine mit Handschellen gefesselten Hände tauchten aus 3 Kubikmetern Erde auf. Und bei der Einweihung desselben MUME , ebenfalls im Jahr 2007, präsentierte sie ReturningBreathing Air , vergraben, mit nur einer ausgestreckten Hand und einem roten Faden, der in ihren Fingern verschlungen herauskam, um das Museum zu betreten.
En otra acepción performance es rendimiento, la proporción entre el resultado obtenido y los Verwendete Methoden. Erde, Gras und eine Person sind die Mittel, die im technischen Datenblatt von Abrazo erwähnt werden: Die Person ist natürlich Cecilia, aber da ist noch jemand anderes, eine Silhouette auf dem Boden, die von der Dunkelheit in den Konturen des Grases verborgen ist, eine Figur die Cecilia mit geschlossenen Augen umarmt, als würde sie heimlich ein Schlaflied singen, das nie gehört, nie zu Ende gesprochen wurde. Denn es gibt noch viel mehr Schatten, die aus diesem Land kommen, und die Umarmung sammelt, rettet, belebt. Was ist dann das Ergebnis der Aktion an diesem Donnerstag 20 Speicher?
_CC781905-5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_ Der Durchgang von Körpern im Dunkeln, die sich durch die vergrabenen Äste erheben, der Stamm der Bäume im Park, der Rhythmus der Blätter im Wind, die überraschten Augen eines Zuschauers, der ungerufen im Museum ankommt, oder vielleicht ja , beschworen von anderen Stimmen, viele andere, weil sie sich denen anschließen, die die schmutzige Legende des Diktators, der die Ortsnamen bewohnte. Die Leistung der Körper ist Zeugnis. Die Künstlerin, die Erde, ihre Arme und die Schatten sind Gewissheiten. Glaube an Schatten, die sich entsprechend dem Sonnenkreis und der Dauer der Szene bewegen. Glaube an Körper und ihre Stimmen. Stimmen auf Erden.
Foto: Virginia Messias
Körper auf der Durchreise
Anmerkungen zur Entstehung
Von: Virginia Messiah
„Dann begann der neue Staat stattzufinden. Der schwarze Streifen, der gestoppte Fluss, wie könnte das aussehen, was passiert ist, als alles schon verloren war. (…) Die kopflose Frau blieb ausgebreitet auf dem dunklen, albtraumhaft schmalen Teppich ihres Aktes liegen. Für all das gäbe es vielleicht eine Zeitmessung. Aber die einfachste Vermutung musste damals eine kurze Reichweite sein. Durch Berühren der Kehle waren die Fragen vorbei.“
Harmony Somers, „Die nackte Frau“
In diesem Raum wird die Verbindung zwischen Bewegung, Gesten und Bild durch das Experimentieren mit uns selbst vorgeschlagen: Wir sind die Karte, das Territorium unseres eigenen Sprachbedürfnisses, und alle möglichen Ausdrucksformen werden durch die Haut, die Muskeln, die Knochen hindurchgehen sie lebt das sichere Werkzeug, dauerhaft und vergänglich, daher ihr unausweichliches Drama, so performativ, so visuell.
Künstlerische Praktiken der Arbeit mit dem Körper, vom Körper durch ihn hindurch. Die Performance, das Selbstporträt, die Poesie und die Stimme, das fotografische Bild, die Installation, das Wort. So viele Manifestationen von Kreativität in dieser konzeptionellen Linie. So viele Künstler, die eine physische Sprache aufbauen.
Dies wird dann ein Erfahrungsdiskurs sein, in dem die Formen unwägbar werden und der Blick die Kontur des Objekts sucht und dies wiederum die Notwendigkeit der Transformation veräußerlicht, um man selbst und ein anderer zu sein, wiedergeboren zu werden und seine Identität zu definieren. .
Foto: Virginia Messias
Gestik und Bewegung sind spontane Äußerungen, sie sagen aus, was in jedem Moment, in jedem Umstand mitgeteilt werden muss: Der Körper schließt sich bei Emotionen oder öffnet sich bei der Geburt. Alltagskörper. Ecken und Fenster. Körperhaus. Aufzeichnung der Urkunde und Zeugnis der Schöpfung. Sprache ist ein Haus der Bilder und Worte, sie ist die Jagd nach der Welt, die im Licht meiner neusten Fotografien entfliehen will.